Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

1978. Poesía

El hidroavión de K.

Ave del Paraíso, Madrid, 1994; Poemas encadenados, Seix Barral, 2020 y 2003; Tansonville, Valladolid, 2013

En El hidroavión de K. Pedro concede más espacio a la expresión literal de los sentimientos, que en La canción de Van Horne sólo se podían adivinar tras un lenguaje frío, casi técnico. Para él se trata de un «poema épico lírico del mundo futuro». En él aparece claramente expresada su obsesión por la individualidad y por el tiempo, dentro de una historia en la que el amor y la aventura son motores al ralentí, que ronronean exhibiendo su fuerza sin necesidad de desplegarla. Moviéndose por San Francisco o por sus sueños, tres personajes principales: un vendedor de drogas, y un oficinista y la secretaria de una compañía que comercia con alucinógenos.

 

«La génesis del libro fue ver en una revista, creo que en el Domus, el mapa del trayecto de un tren, el Bart, en los EE. UU. Un tren muy bonito, ultramoderno, que atraviesa la zona de California. Aquello me atrajo mucho, no sé por qué. Entonces yo cogí los nombres de las estaciones y haciendo uso de mis conocimientos de inglés, los cambié, y con ello formé términos con significado. Por ejemplo, una calle que recuerdo ahora por donde pasaba el tren que era Powell Street, puse Power Street, la calle del poder. Así que hice una serie de deformaciones para describir el mundo por el que transitaba ese tren.»
El atractivo
tejido vitamínico
que constituye el alma
de la mujer de Laos.
La torpe avitaminosis
que corroe a Kierkegaard.
La mujer de Laos
se hace un ovillo un ovillo
de lana natural.
Kierkegaard
tejerá con ella
un tapiz de color azul.
Galán de bisutería
nuestro hombre se adelanta.

 

C.1. 

Kierkegaard cía
desando lo andado.
Marie
que quisiera ser una
libélula de plata
y no una joven dama
de labios azules
muy tiesa
súbita
momentáneamente envejecida
por la timidez
del empleado de la Lurie Company
emite un suspiro
de cine mudo.
Kierkegaard parece disculparse
y el sueño se disculpa.

C.2.

Marie
joven aromática
cuyas uñas son
alas de mariposa
cuyos ojos son
metálicos ciervos volantes
boga
se acerca a Kierkegaard.
El humilde empleado
soñante.
Sus temblorosas
fosas nasales
como pequeños sepulturas
removidas
profanadas por una nueva sensación.

C.3.

Nadando
Marie
primera secretaria
de la Lurie Co.
se aproxima a Kierkegaard
un collar de rojas cuentas
hace de salvavidas.
Ahora
procede a la entrega
de los tres informes
informes que se adhieren
a las manos del empleado
como anillos baratos
que ansían un dedo.

 

C.4.

En la estación de Freemont
Contreras toma un café
y también una decisión.
Entre los financieros
de Power Street
que discretamente maquillados
manosean a sus amantes bolivianas
Contreras se siente
jugador y tornadizo
volatinero y funámbulo.
Y la estación de Freemont
como una cápsula rosada
de benéficos efectos.

C.5.

Marie resucita
cada día
cada mañana
resucita ocupando
una millonésima parte
del espacio aniquilado
por la Residencia Lishman
para Mujeres Universitarias
Antes de las siete
los zapatos de Marie
rozan la calle Doe
tras haber caminado sobre el sueño
de la señorita Lishman.

C.6.

Marie
usa siempre impermeable.
La joven secretaria
me hubiera gustado
que sus cabellos
fueran más oscuros
abandona la residencia,
bajo un impermeable
de cloruro de polivinilo
antes de las siete.
Es el primer pase
de la película favorita de Kierkegaard.

C.7. 

Los poemas originales tienen sangrados (de distintas medidas y en muchos de los versos) que determinan el ritmo de lectura ideado por el autor. Aquí no se han reproducido.
En formatos pequeños de pantalla tampoco se respeta la longitud de los versos.

 

Presentación en el Círculo de Bellas Artes, Madrid

Nacho Fernández y Antón Casariego | 7 de junio de 1994 | Fragmento correspondiente a "El hidroavión de K."

han dicho
Rafael Pérez Estrada
 Barataria, Revista de creación literaria y filología. Nº 2, Universidad de Alcalá, Madrid, 1995

«Casariego nos sorprende una vez más con todos los ases en la mano: la libélula de plata, los labios azules de Marie, joven aromática; la fotografía de un delincuente congoleño; las manos que se derriten, y sin hacer trampas (de eso se trata en poesía) un quinto as (lo imposible, de eso trata la poesía), El Fantasma del Tiempo Objetivo.»

Fernando R. Lafuente
ABC Cultural, 20 de septiembre de 2014

«El hidroavión de K. es una narración plástica, por momentos sórdida, irreverente, pero también solitaria, exquisita, condenadamente bella, poderosa. Un lenguaje poético de una sutileza e inteligencia que no le abandonan nunca; al contrario, subrayan el sentido y el sentimiento a cada paso, y así, avanza y afirma el sentido narrativo de toda escritura. Una propuesta que indaga en ambos géneros (poesía, narrativa). El libro es una gran pantalla de cine.»

Martín Casariego
Prólogo a la edición de 2013

«Ésta es una historia de amor triste y delicada, con un personaje femenino bellísimo, aunque apenas dibujado (ése es el prodigio: lo desarrolla el lector), y del que yo he estado enamorado; una historia que cobra toda su fuerza y melancolía en los últimos cinco versos, en los que se dice tantísimo sin apenas decir nada, por el simple método ya señalado de restituir al lenguaje su esencia original, un milagro poético que es el digno colofón de este poema limpio, ambiguo, puro y sencillamente genial.»

Pedro Casariego
 El Paseante, nº 1, diciembre de 1985, pp.99-102., bajo el título «El Paseante entrevista a Pedro Casariego Córdoba»

«Por otro lado está Kierkegaard que es un oficinista que trabaja en una gran compañía, que es la Lurie Company, y que está terriblemente enamorado de la secretaria de la compañía, que se llama Marie. El es un hombre insignificante, adocenado, monótono, sin ningún interés aparentemente, pero lo que pasa es que él es grande cuando sueña.»

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