para nosotros los débiles?
Caen las naranjas
siempre en otras manos
¿por nuestra culpa, madre,
todos esos gajos desprendidos?
Redobla la sangre
en los huertos de abajo
y hay cascadas amarillas
en los bosques de arriba
¡No hay culpa,
sólo hay herida!
Cristales antibalas los de nuestras gafas
¡guerras hay en todos nuestros ojos!
¡Porque no sabemos mirar,
porque no sabemos mirar
como miráis las madres!
¿Es la fiebre del egoísmo
lo que atenaza nuestros corazones?
¿Hay todavía en nosotros
una espiga de trigo?
Traen los cielos una hoz de tormenta
traen los ciervos la despedida
¡Fuertes son los que aman a los débiles!
¡Débiles somos los amados por los fuertes!
¡Y la única misión
es salvar a las madres!
(Para mi madre 23 diciembre 1992 –manuscrito–)
Pedro Casariego Córdoba
(Pe Cas Cor, Madrid, 1955-1993)
Pedro Casariego Córdoba (que firmaba Pe Cas Cor), poeta y más tarde también pintor, se dedicó a la escritura entre 1975 y 1986. O hasta 1988, si contamos sus cuadernos de textos y dibujos, en los que priman el humor y la levedad. En 1989 comenzó a producir su obra pictórica, llegando a superar el centenar de lienzos, algunos completamente independientes y otros incluidos en series, como la de las Manos, la de los Monstruos, la de las Mesas y la de los Muebles. En 1993, como notable excepción, terminó Pernambuco, el elefante blanco, cuento ilustrado que escribió para su hija Julieta. El 8 de enero de ese año se suicidó.
El grueso de su obra poética se ha reunido en Poemas encadenados (Seix Barral, 2003 y 2020 –nueva edición conmemorativa revisada y ampliada–). Al escribir poemas, fue por caminos sólo suyos, o quizá transitados por otros sin que él lo supiera, pues tenía en mucho el tratar de no recibir influencias. En la raíz de su pensamiento poético están ese deseo de conservar su virginidad creativa, la convicción de la insuficiencia del lenguaje, la idea del arte interior y la lucha quimérica contra el tiempo con la poesía como arma. Con una rara inteligencia tamizando todo eso, su escritura y su silencio a partir de 1987 responden a un plan muy meditado.
Así, no es de extrañar que Ángel González escribiera en el prólogo a la antología citada: «Es un artista intrigante y misterioso [que] en ningún momento se atuvo a los modos y las modas que caracterizaron el trabajo de sus contemporáneos. […] Su incuestionable originalidad no es algo buscado, sino un hecho que deriva de una actitud ante la escritura que, en el panorama de la literatura española de finales del siglo XX, no comparte con nadie».

Pedro Casariego Córdoba
(Pe Cas Cor, Madrid, 1955-1993)
Pedro Casariego Córdoba (que firmaba Pe Cas Cor), poeta y más tarde también pintor, se dedicó a la escritura entre 1975 y 1986. O hasta 1988, si contamos sus cuadernos de textos y dibujos, en los que priman el humor y la levedad. En 1989 comenzó a producir su obra pictórica, llegando a superar el centenar de lienzos, algunos completamente independientes y otros incluidos en series, como la de las Manos, la de los Monstruos, la de las Mesas y la de los Muebles. En 1993, como notable excepción, terminó Pernambuco, el elefante blanco, cuento ilustrado que escribió para su hija Julieta. El 8 de enero de ese año se suicidó.
El grueso de su obra poética se ha reunido en Poemas encadenados, 1977-1987 (Seix Barral, 2003 y 2020 –nueva edición conmemorativa revisada y ampliada–). Al escribir poemas, fue por caminos sólo suyos, o quizá transitados por otros sin que él lo supiera, pues tenía en mucho el tratar de no recibir influencias. En la raíz de su pensamiento poético están ese deseo de conservar su virginidad creativa, la convicción de la insuficiencia del lenguaje, la idea del arte interior y la lucha quimérica contra el tiempo con la poesía como arma. Con una rara inteligencia tamizando todo eso, su escritura y su silencio a partir de 1987 responden a un plan muy meditado.
Así, no es de extrañar que Ángel González escribiera en el prólogo a la antología citada: «Es un artista intrigante y misterioso [que] en ningún momento se atuvo a los modos y las modas que caracterizaron el trabajo de sus contemporáneos. […] Su incuestionable originalidad no es algo buscado, sino un hecho que deriva de una actitud ante la escritura que, en el panorama de la literatura española de finales del siglo XX, no comparte con nadie».

para nosotros los débiles?
Caen las naranjas
siempre en otras manos
¿por nuestra culpa, madre,
todos esos gajos desprendidos?
Redobla la sangre
en los huertos de abajo
y hay cascadas amarillas
en los bosques de arriba
¡No hay culpa,
sólo hay herida!
Cristales antibalas los de nuestras gafas
¡guerras hay en todos nuestros ojos!
¡Porque no sabemos mirar,
porque no sabemos mirar
como miráis las madres!
¿Es la fiebre del egoísmo
lo que atenaza nuestros corazones?
¿Hay todavía en nosotros
una espiga de trigo?
Traen los cielos una hoz de tormenta
traen los ciervos la despedida
¡Fuertes son los que aman a los débiles!
¡Débiles somos los amados por los fuertes!
¡Y la única misión
es salvar a las madres!
(Para mi madre 23 diciembre 1992 –manuscrito–)
Destacamos algunas opiniones sobre Pe Cas Cor
«Cuando todas las historias de la literatura y los horribles libros de texto se pudran en las trastiendas de todos los rastros, Pedro Casariego seguirá siendo el gran poeta de un siglo que con él nos estaba diciendo adiós.»
«Pe Cas Cor (así firmaba) es absolutamente único. Diferente, raro, genuino, universal. Pocos unen la oscuridad y la luz en unos poemas narrativos que salpican destellos deslumbrantes e hipnóticos. Menos aún son los que se nacen a sí mismos, surgen de una tradición que empieza y acaba en sus versos.»

Diego Doncel
Poeta

Adolfo García Ortega
Poeta




«Poeta español, nacido en Madrid el 16 de julio de 1955, muerto en la misma ciudad el 8 de enero de 1993. Su obra fulgurante, que se extiende de 1977 a 1986-87, figura entre las más originales y determinantes, no sólo del post-franquismo, sino también de la poesía española contemporánea. Posiblemente de la poesía, sin más.»




Destacamos algunas opiniones sobre Pe Cas Cor
«Cuando todas las historias de la literatura y los horribles libros de texto se pudran en las trastiendas de todos los rastros, Pedro Casariego seguirá siendo el gran poeta de un siglo que con él nos estaba diciendo adiós.»

Diego Doncel
Poeta
«Pe Cas Cor (así firmaba) es absolutamente único. Diferente, raro, genuino, universal. Pocos unen la oscuridad y la luz en unos poemas narrativos que salpican destellos deslumbrantes e hipnóticos. Menos aún son los que se nacen a sí mismos, surgen de una tradición que empieza y acaba en sus versos.»

Adolfo García Ortega
Poeta





«Poeta español, nacido en Madrid el 16 de julio de 1955, muerto en la misma ciudad el 8 de enero de 1993. Su obra fulgurante, que se extiende de 1977 a 1986-87, figura entre las más originales y determinantes, no sólo del post-franquismo, sino también de la poesía española contemporánea. Posiblemente de la poesía, sin más.»



Confiamos en que estos audios y los vídeos
te ayuden a conocer mejor al autor y su obra
Pedro Casariego, la angustia de un poeta sin tiempo
Reedición de 'Poemas encadenados'
Pe Cas Cor, 'Poemas encadenados'
Coloquio sobre Pe Cas Cor - Parte I
Coloquio sobre Pe Cas Cor - Parte II
Pedro Casariego Córdoba
La Mandrágora
TVE 2, 3 de marzo de 1997
Los cinco sentidos
Telemadrid, 27 de marzo de 2003
Estos libros los puedes comprar en cualquier librería o por internet.
Visita el apartado Libros publicados para ver más
Agua del tiempo
qué poco tiempo me queda
un vaso de minutos
una jarra casi vacía
un vaso lleno de nada
antes de adiós quiero
una boca de amor
una estrella de ojos
todo lejos de espadas
pronto mataré
muy pronto
mataré esquinas de cielo
con mi guadaña de tierra
agua del tiempo
qué poco tiempo me queda.
Biografía
si
alguna
vez
muero
quiero azaleas encima de mí
quiero una ausencia de cruces
azaleas encima de mí
si
alguna
vez
vivo
quiero azaleas para mis brazos
quiero agua para las flores
estrellas encima de mí
1985
Anuncio por palabras
Necesito chica que sepa planchar
mis labios con los suyos y tende
r su ropa eternamente junto a la
mía y quitar las manchas de mi c
orazón con su mirada yo pondré
la mesa y la caricia en su ramo
de lunas y trataré de andar muy
despacio
cuando
ella
no
tenga
prisa
(Para mi madre; octubre 1983)