Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

1978. Poesía

Maquillaje
(letanía de pómulos y pánicos)

Editora Nacional, Madrid, 1983; Poemas encadenados, Seix Barral, 2020 y 2003; Tansonville, 2008

Maquillaje (Letanía de pómulos y pánicos) fue calificado por Pedro de «poema lírico de la violencia y el amor». Cuenta la historia de un triángulo, asentado en Roberts y Vanderbilt y culminado por la misteriosa Schneider, que resulta dinamitado por la muerte de su hija, o hijo, pues todos los personajes menos la propia Schneider cambian de sexo en algún momento. Los últimos trece poemas (S.83-S.95) forman la letanía propiamente dicha, una apasionada y enfebrecida declaración de amor, una promesa sensual y mística nunca realizada por Roberts.

Maquillaje es un poema inabarcable, radiante, al que Pedro quiso que nos enfrentáramos ciegos, rodeados por la noche de un argumento imposible, el mármol de las calles de Hanoi, tan negro como las aguas del puerto de Haiphong, y deslumbrados por poderosísimas imágenes, fogonazos de color púrpura o incendios de lava carmesí. Un poema que, como los mejores, se abre un millar de veces y nunca se cierra, porque en él habita el misterio.

Barajando los tiempos de su tiempo, Maquillaje fue el primer libro que publicó Pedro, aunque no fuera el primero que había escrito. Con prólogo de Pedro Laín Entralgo, abuelo de una muy buena amiga de la familia, dio lugar a la primera crítica dedicada a su obra, publicada en 1984. La firmaba Luis Alberto de Cuenca, que hablaba de «un recuerdo imborrable», y que la tituló “Rosas con nombre propio”.

«En este libro el escenario se traslada al Vietnam, a la ciudad de Hanoi. El libro tiene un tratamiento más lírico. Describe un mundo en el que es imposible llegar a un amor sin violencia. Gran parte del texto te habla de ese amor terriblemente violento en el cual los amantes se despedazan mutuamente. En esa realidad fantástica y real se deja una ventana de esperanza en la parte final del libro, lo que yo llamo la letanía, en la cual se plantea la posibilidad de llegar a un amor, tal como entendemos el concepto, sin que haya la necesidad de clavar las uñas en la garganta de la amada.»
Si Roberts hubiera hablado
entre aquel naipe de su tiempo y el siguiente:

 

Carmesí
la
santidad
carmesí
de un crisantemo Flash
hierve en tu pubis de bahías
y en tus ojos
y en las cruces de tu alma

S.83.

y en las cruces de tu alma
mi pecho ensayando ímpetus
Oh Schneider
en ti   en tus escollos
en tus mensajes
crisantemos Flash
ciegos como vigías
en ti
en tus flamencos
en tu vientre nocturno y sacrílego
tan en mí
seré numerosísimo

S.84.

seré numerosísimo.
Oleaje de cuervos marinos
ciego como un horóscopo
te extenderá mi cuerpo
imprimiéndote
y repiqueteo
y fulminante
y afligiéndote
desvalijaré tus muslos
abiertos
invitación
y aventureros

S.85.

y aventureros
los lirios llovidos de tu dolor.
Ah   todo mi sentir
repitiendo ansias
entrelazándose
y devorándote
sin sobrevivirte
oh    juro
que habrá un éxtasis
en tu letanía
en tu frágil
letanía de pómulos y colorete

S.86.

letanía de pómulos y colorete.
Todo
todo mi sentir
mi ser entre tus seres
espejismo entre espejos
oh febril
mi corazón brujea
y febril te augura
tu corazón mañana
crueles
claridades en tus senos
en tus astros en tus ritmos

S.87.

en tus astros en tus ritmos
no amaino y no amainaré.
Ízame
y endiósame
y atrévete
y sucede
oh Schneider
yo te ordeno que sucedas
te ordeno que sucedas
en mi pecho
y en tus espinas
y en mis evangelios

S.88.

y en mis evangelios
Oh quiero congregarte en mí
quiero celebrarme
quiero despeñar
tus crisantemos
y mis sílabas mis
intemperies
y tus mejillas
mi salvación
y tus músicas
quiero cabalgar tus pánicos
solitarios como mundos

S.89.

solitarios como mundos
mis terrores y tus ciclos.
Schneider
quiero invadirte
quiero invadir
tus eclipses de luna
y los tatuajes de tu nuca
tu belleza
y tus transparencias
quiero invadirte
con la menor de las furias
con la mayor de las vidas

S.90.

con la mayor de las vidas.
Piratearemos
y picotearemos
y forcejeando
y forcejearemos
y tus muslos como nuevas teologías
y tus planetas
y sus volcanes
y tu pubis en abanico
y sus enjambres
oh qué doloroso
qué doloroso será invadirte

S.91.

qué doloroso será invadirte
piratería de lunas.
Ciego como un vidente
todavía
tus tragaluces
oh mujer de neroli
voy a enjambrarte
voy a proclamarte
voy a bautizarte
voy a volcarte
voy a desarraigar tus ojos
incrédulos por ser divinos

S.92.

incrédulos por ser divinos.
Dios nos ama
oh Dios nos ama
Dios enronquece
y disipa tu luz
Dios predica en tus aleluyas
y en tus restañasangres
y en tus volcanes
y en tu pubis místico
y nos ama
y en mis misereres
y en nuestras biblias

S.93.

y en nuestras biblias
yace la risa de Dios.
Ah   tus cosmogonías y mis delirios
profanándote
y nadie enviuda
y cavándote
y renovándote
oh    juro
que habrá un éxtasis
en tu letanía
en tu frágil
letanía de pómulos y pánicos

S.94.

Si Roberts hubiera hablado.

Vanderbilt
la maquilladora
de la American Rose
Society
besando a Schneider
labios
acrílicos
de
vampiresa.

 

S.95.

Los poemas originales tienen sangrados (de distintas medidas y en muchos de los versos) que determinan el ritmo de lectura ideado por el autor. Aquí no se han reproducido.
En formatos pequeños de pantalla tampoco se respeta la longitud de los versos.

han dicho

Luis Alberto de Cuenca

Cuadernos del Norte, nº 24, marzo-abril 1984, pp. 98-99

«Y Vanderbilt y Roberts giran en torno a Frau Schneider con ojos como uñas y pestañas como abrebocas curvos de Heister, con destornilladores y fustas, cosiendo párpados y castigándose en submarinos o lavanderías presididas por la sonrisa de Mary Pickford, callando las palabras que debieron decirse (y se dicen entre las páginas 91 y 102), hasta que Vanderbilt, metamorfoseado en vampiresa, besa a Schneider clausurando el volumen y dejándonos en los dedos un olor a rosas Max Krause premiadas en 1931 y el recuerdo imborrable de una singularísima lectura

Pedro Casariego

 El Paseante, nº 1, diciembre de 1985, pp.99-102., bajo el título «El Paseante entrevista a Pedro Casariego Córdoba»

«Mi forma de escribir es la imitación del torrente. Consiste simplemente en abrir un grifo y dejar que manen de ese grifo todos los líquidos y todos los cantos químicos posibles, tratando de hacer acopio de imágenes, robando palabras a los periódicos, expresiones a las gentes, términos a los diccionarios y luego batiéndolos todos para hacer una bebida que no resulte totalmente imposible de digerir.»

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