Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.

Prosa. 1988

Cuadernos Amarillo, Rojo, Verde y Azul

Cuaderno Rojo, El Gato Gris, Valladolid, 1995; Cuadernos Amarillo, Rojo, Verde y Azul, Árdora, 1998; Verdades a medias, Espasa Calpe, 1999 –algunos textos de los Cuadernos Verde y Azul–

Son cuatro cuadernos, de 12 x 8,5 cm, cada uno con las páginas del color que indica su nombre. Todos ellos combinan textos con dibujos.

Junto a La vida puede ser una lata, muestran el proceso de evolución del autor desde la escritura hacia la pintura, además de ser preciosos ejercicios de libertad expresiva, finura en el análisis, desvergonzada introversión y generoso sentido del humor. Dedicados a la que sería su mujer, Ana Ruiz de la Prada, son también y sobre todo una apasionada declaración de amor.

«Te quiero, sartencita mía» (un cocinero a su novia, en el parque de Luxemburgo; abril de 1988; el cocinero se había puesto migas de pan en la cara para que le afeitaran las palomas).

Qué bonitos eran los duelos. Me suena que en los duelos cada duelista tenía un padrino. . .  parecerían bautizos, bautizos rojos en vez de blancos. ¡Ojalá los duelos volvieran a ponerse de moda!. . .  Me ofende usted, caballerete. Le desafío. Pistolas. A las cuatro. No falte usted. Maldito ganapán. Los preparativos se hacían en secreto y a escondidas, como se hacen todas las cosas importantes. El olor de la pólvora es mucho más puro que el del incienso. A las 4 y 5 hay un hombre malherido. Eso se llama puntualidad. Esos gemidos se llaman agonía. Un hombre agoniza virilmente. . .  así quiero yo agonizar en tus brazos, Ana.

Te quiero porque me das todas las cosas menos la espalda.

Para ver la belleza (que nunca se esconde del todo), hay que clamar, declamar y chillar: «¡Usted, Señor Dios, ahórreme los detalles!».

No me cuentes nada. Dime sólo si había triciclos nublados o no.

Aunque fueron concebidos como un juego, sin intención de ver la luz, Pe Cas Cor S.I. decidió su publicación en Árdora como un homenaje. En esta edición, se respetó al máximo la relación entre textos y dibujos, aunque por limitaciones de espacio no se publicaron todos los últimos. Se imprimió sobre papeles de los colores correspondientes, con tinta negra como la de los originales, aunque muchos de éstos tienen algún trazo en rotulador de color, como se ve en dos de las dobles páginas que aquí reproducimos del Cuaderno Amarillo y del Cuaderno verde.

Anteriormente se había publicado el Cuarderno Rojo en una cuidada edición semifacsímil. La editorial El Gato Gris reprodujo el cuaderno y serigrafió en sus páginas, en blanco y negro, los textos manuscritos por Pedro y sus dibujos, iluminándolos con rotulador en algunos casos.

Cubierta libro
Cubierta libro

han dicho

Martín Casariego

Diario 16, 13-05-98

«Cuadernos amarillo, rojo, verde y azul, de Pedro Casariego Córdoba, con papel de diferentes colores, haciendo honor a su título, es una especie de larga, original y divertidísima declaración de amor, escrita con la libertad y la soltura que otorga a sus textos el no estar pensados para su publicación… La presentación de los últimos títulos de la colección Árdora Exprés no tuvo apenas eco en la prensa. Pero esto es algo a lo que Árdora Ediciones está ya acostumbrada. ¿Qué queda, entonces, lejos del mundanal ruido, del reconocimiento sincero o interesado, del sueldo a fin de mes? Seguramente, el placer de ir rellenando pequeños huecos, y el orgullo de las tareas bien hechas. Árdora Ediciones, sus numerosos y anónimos socios, son un ejemplo de esas actitudes que siempre están en vías de extinción y que, sin embargo, curiosamente, nunca se extinguen.»

José Andrés Rojo

El País, 6-06-98

«Entre los papeles que Pedro Casariego Córdoba (1955-1993) dejó sin publicar se encuentran estos cuadernos, quién sabe si concebidos más como un juego o como una declaración de amor que como una colección de poemas en sentido estricto. La ironía y la ternura, el asombro, el humor y la desesperanza: todo cuanto sucede en estas páginas está tocado por la gracia de una mirada inconfundible y por una voz que llega empapada del misterio que habita soterrado en el mundo.»

Berta Vias Mahou

Rey Lagarto, Nº 37, 1999

«Este escritor esquivo, a menudo escondido tras las primeras letras de su nombre y apellidos —PeCasCor—, una de las voces más singulares y vanguardistas de la poesía española actual, comenzó a mezclar textos y dibujos en un todo poético con La vida puede ser una lata, y a partir de 1989, poco después de que dejara definitivamente de escribir, se dedicó a pintar, llegando a superar su obra pictórica el centenar de cuadros. Como bien dijera Marcos Ricardo Barnatán, Pedro Casariego Córdoba fue un poeta raro, pero no por ello indescifrable. Extraordinariamente culto, se podría añadir, y no por ello ilegible. En cualquier caso, una lectura que merece la pena.»

Joaquín Arnáiz

El Mundo, 2-05-98

«Cuatro textos redactados hacia 1988, donde se amalgaman los dibujos, los poemas, los fragmentos literarios y los relatos en una sorprendente unidad emocional.»

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